Dentro del mundillo paranormal y ufológico es muy común ser sorprendidos de pronto por notas sensacionalistas que alimentan nuestras más profundas fantasías. Nuestro pensamiento mágico entra en acción y no es difícil tener devaneos sobre posibilidades más allá de la realidad que de pronto cobran factibilidad por los oficios de promotores hábiles que llegan a envolver nuestra mente haciendo "un secuestro de la razón".
En el campo de la ufología, hay muchos de estos gurúes o místicos que padecen de lo que he dado en llamar "El Síndrome del Mago de OZ".
Individuos que con pases mágicos, ilusiones y triquiñuelas, intentan sugestionarnos para ver lo que ellos quieren que veamos. Se sienten casi como dioses y poseedores de la sabiduría infinita, por lo que no aceptan que alguien sea más listo que ellos y se atreva a criticar su elocuente despliegue de verborrea grandilocuente y gratuita.
Si son debatidos, se despierta en ellos la bestia infernal que tratará de acabar con el enemigo por haberse atrevido a desafiarlo. No son partidarios del diálogo si las ideas son contrarias, intentan hacer prevalecer su idea a como dé lugar pero no la defienden con las neuronas, sino con uñas y dientes en ataques directos a la yugular.
Sin embargo, al descorrer la cortina, vemos a hombrecillos débiles, faltos de atención, enfermos y con un gran complejo de inferioridad que les causa una infinita ira, que a su vez los mueve a insultar antes de aceptar que se han equivocado o que no saben debatir ni defender sus posturas, pues en realidad no hay sustento ni qué defender.
Cabe mencionar que esto decepciona a quienes pasaron gran cantidad de penurias por seguir el camino amarillo que les mostró ayudado por su dulce lengua viperina, encantados por su relajante siseo.
El camino amarillo que a veces nuestro sentido común nos indica es de otro color, simbolismo de seguir ciegamente lo que estos prestidigitadores del misterio nos dictan sin hacer un sólo cuestionamiento.
Visto de esta forma, cualquier grupo que se maneje de esta manera no distará mucho de alguna religión, aunque, por la necedad con que se desenvuelven, se trataría más bien de una incipiente agrupación sectaria, donde el líder ladra y los seguidores responden "Bwana, bwana". (En swahili "Señor, señor")
Manejar como asunto de fe algo que debiera estar respaldado en la investigación y la ciencia, no deja una sola pizca de conocimientos, ni resuelve casos, sólo promueve el misterio, genera adeptos que se aplauden unos a los otros y perpetúa el tema para convertirlo en su modus vivendi, si por lo menos fueran honestos, valdría la pena lo que vale el boleto.
Al final, al igual que una vasija de porcelana china de la dinastía Ming, podrá ser muy bella por fuera, pero por dentro es igual de hueca que una cazuela de barro rojo.
Leopoldo Zambrano Enríquez
Informe U. F. O.
Monterrey, Nuevo León. México.
Publicado originalmente como nota en Facebook el 11 de Enero de 2011.
Corregido y ampliado para su publicación aquí.
Adenda: 1 de Marzo de 2011
El 26 de febrero, el sitio amigo "La Mentira está Ahí Afuera" publicó un artículo en el que se habla sobre James Randi bajo el título "Él sí es un debunker", se los recomiendo. En esa entrada dejé un comentario que complementa este post de "El Síndrome Del Mago de OZ" que reproduzco en los siguientes párrafos con pequeñas correcciones:
Este tipo de temas siempre los aplico a mi campo de acción, el de los misterios; donde hay un gran número de entusiastas que tuercen la realidad con tal de llamar la atención y sacar alguna ganancia con conferencias, libros o suvenires.
Es realmente hilarante ver cómo se desenvuelven los charlatanes con tal de secuestrar la razón de en quienes vierten sus ideas fantásticas. Cuando se les confronta en la actualidad, debunker es lo más suave que suelen decir. Y esto gracias a que hemos tenido la invasión de lo que llamo “Investigadores de tercera generación”, personajes que con sólo seguir lo que ven en programas sensacionalistas, y portar una cámara, se sienten investigadores. Tienen la idea de que lo que piensan o creen es lo correcto sin tener una base argumental sólida. Cuando se les confronta, al no tener un basamento sólido, recurren al insulto y al descrédito con tal de salir airosos.
El secreto para enfrentarlos es no caer en su juego y no dejar de interrogarlos en pos de obtener una respuesta coherente y no sólo deseos de que les creamos por fe. Cuando el debate es público, nunca se les debe responder a sus insultos con otro insulto, uno debe guardar la cordura y acorralarlos con inteligencia para obtener un diálogo nutritivo. Claro que esto nunca sucede y optan por retirarse tras lanzar toda una retahíla de improperios.
Esto fue lo que hizo que se me ocurriera acuñar “El Síndrome de el Mago de Oz”, inspirado en un debate con un coleccionista de misterios, que esgrimía tener más de 25 años en la investigación, sin embargo no había resuelto un sólo caso, pero si critica y ataca el trabajo de los demás cuando las conclusiones no son las que espera.
http://meditacionesdeunfumador.blogspot.com/2011/02/el-sindrome-del-mago-de-oz.html
Estos personajes, en el mundo del misterio, sólo son recopiladores, toman las cosas como vienen, y no son inquisitivos en lo absoluto, además de creer que el escepticismo es una enfermedad grave, progresiva y mortal; por lo cual son totalmente crédulos y todo lo que les llega lo van usando como piezas de un gran rompecabezas que la mayoría de las ocasiones ajustan a martillazos, dejando grandes huecos que a la larga provoca su desmoronamiento ante los demás. Sin embargo siguen con su idea sin importar que haya “pequeños detalles” que no cuadren. Eso no les importa, sólo ven lo que según ellos si cuadra, y así lo intentan enseñar a los incautos que caen en sus redes.
Esto genera toda una gran gama de teorías locas y conspiranóicas cuyos elementos no son más que un extraño sincretismo sin sentido. Yo lo compararía con una gran frazada fabricada con cuadros de distintos tipos de telas y colores. Si lo comparara con el arte, sería un cuadro surrealista que podría ir más allá de Picasso o Dalí.
El camino amarillo que a veces nuestro sentido común nos indica es de otro color, simbolismo de seguir ciegamente lo que estos prestidigitadores del misterio nos dictan sin hacer un sólo cuestionamiento.
Visto de esta forma, cualquier grupo que se maneje de esta manera no distará mucho de alguna religión, aunque, por la necedad con que se desenvuelven, se trataría más bien de una incipiente agrupación sectaria, donde el líder ladra y los seguidores responden "Bwana, bwana". (En swahili "Señor, señor")
Manejar como asunto de fe algo que debiera estar respaldado en la investigación y la ciencia, no deja una sola pizca de conocimientos, ni resuelve casos, sólo promueve el misterio, genera adeptos que se aplauden unos a los otros y perpetúa el tema para convertirlo en su modus vivendi, si por lo menos fueran honestos, valdría la pena lo que vale el boleto.
Al final, al igual que una vasija de porcelana china de la dinastía Ming, podrá ser muy bella por fuera, pero por dentro es igual de hueca que una cazuela de barro rojo.
Leopoldo Zambrano Enríquez
Informe U. F. O.
Monterrey, Nuevo León. México.
Publicado originalmente como nota en Facebook el 11 de Enero de 2011.
Corregido y ampliado para su publicación aquí.
Adenda: 1 de Marzo de 2011
El 26 de febrero, el sitio amigo "La Mentira está Ahí Afuera" publicó un artículo en el que se habla sobre James Randi bajo el título "Él sí es un debunker", se los recomiendo. En esa entrada dejé un comentario que complementa este post de "El Síndrome Del Mago de OZ" que reproduzco en los siguientes párrafos con pequeñas correcciones:
Este tipo de temas siempre los aplico a mi campo de acción, el de los misterios; donde hay un gran número de entusiastas que tuercen la realidad con tal de llamar la atención y sacar alguna ganancia con conferencias, libros o suvenires.
Es realmente hilarante ver cómo se desenvuelven los charlatanes con tal de secuestrar la razón de en quienes vierten sus ideas fantásticas. Cuando se les confronta en la actualidad, debunker es lo más suave que suelen decir. Y esto gracias a que hemos tenido la invasión de lo que llamo “Investigadores de tercera generación”, personajes que con sólo seguir lo que ven en programas sensacionalistas, y portar una cámara, se sienten investigadores. Tienen la idea de que lo que piensan o creen es lo correcto sin tener una base argumental sólida. Cuando se les confronta, al no tener un basamento sólido, recurren al insulto y al descrédito con tal de salir airosos.
El secreto para enfrentarlos es no caer en su juego y no dejar de interrogarlos en pos de obtener una respuesta coherente y no sólo deseos de que les creamos por fe. Cuando el debate es público, nunca se les debe responder a sus insultos con otro insulto, uno debe guardar la cordura y acorralarlos con inteligencia para obtener un diálogo nutritivo. Claro que esto nunca sucede y optan por retirarse tras lanzar toda una retahíla de improperios.
Esto fue lo que hizo que se me ocurriera acuñar “El Síndrome de el Mago de Oz”, inspirado en un debate con un coleccionista de misterios, que esgrimía tener más de 25 años en la investigación, sin embargo no había resuelto un sólo caso, pero si critica y ataca el trabajo de los demás cuando las conclusiones no son las que espera.
http://meditacionesdeunfumador.blogspot.com/2011/02/el-sindrome-del-mago-de-oz.html
Estos personajes, en el mundo del misterio, sólo son recopiladores, toman las cosas como vienen, y no son inquisitivos en lo absoluto, además de creer que el escepticismo es una enfermedad grave, progresiva y mortal; por lo cual son totalmente crédulos y todo lo que les llega lo van usando como piezas de un gran rompecabezas que la mayoría de las ocasiones ajustan a martillazos, dejando grandes huecos que a la larga provoca su desmoronamiento ante los demás. Sin embargo siguen con su idea sin importar que haya “pequeños detalles” que no cuadren. Eso no les importa, sólo ven lo que según ellos si cuadra, y así lo intentan enseñar a los incautos que caen en sus redes.
Esto genera toda una gran gama de teorías locas y conspiranóicas cuyos elementos no son más que un extraño sincretismo sin sentido. Yo lo compararía con una gran frazada fabricada con cuadros de distintos tipos de telas y colores. Si lo comparara con el arte, sería un cuadro surrealista que podría ir más allá de Picasso o Dalí.