El despropósito de buscar un propósito.
Publicado como comentario en “La Mentira Está Ahí Fuera”.
El 5 de Julio del 2010.
Corregido y ampliado para su publicación aquí.
Vía Láctea Sobre La Torre Del Diablo por Pacholka (TWAIN) 290709 |
Tal vez los invasores somos nosotros, que hemos infestado un planeta al que parece darle urticaria nuestra presencia, pero no tanta como para enfermarla demasiado, aunque algunos piensan que le estamos causando algunos estertores para sacudirse la plaga.
Desde este punto comienza la idea de que somos importantes en este vasto universo al que pertenecemos y dentro del cual somos totalmente anónimos.
Tras casi 100 años de comunicaciones lanzadas al espacio, tal y como hoy las conocemos, no hemos recibido ni un “What?” intergaláctico. O por lo menos un eco que nos diga que entre tal argamasa de planetas, estrella y galaxias nuestra señal haya chocado con algo.
Han pasado casi 37 años de que fue lanza la mítica señal de Arecibo, concebida por Frank Drake y Carl Sagan, y tampoco hemos recibido una respuesta, lo que nos indica que por lo menos en 37 años luz no hay nadie que conteste nuestros mensajes. Y si nos vamos al origen de las comunicaciones, entonces la distancia se extiende a 100 años luz.
Los filósofos de la vida extraterrestre, aún en el bando científico, nos dicen que puede ser debido a que no estamos hablando el mismo lenguaje, lo cual podría ser válido, pero cuando esto no es entendido en su justa medida, hace que los entusiastas lo tomen como bandera para llenarnos de aliens hasta las orejas.
Puede haber mil y un razones por la cuales esas civilizaciones que hemos imaginado desde los tiempos de Cyrano De Bergerac no se hayan dignado a dirigirnos la palabra; y eso que en su época, (1619-1655), habitaban la Luna, a 384,000 km de nosotros, y a cuya superficie se podía llegar tan sólo con la propulsión de sendos frascos llenos de agua de rocío calentada por el Sol. Pero hoy, ante tal silencio sideral, preferimos pensar opciones fantásticas antes que en una ominosa y posiblemente desalentadora verdad. También hay varias de las cuales escoger, como “Que seamos difíciles de encontrar”, “Que seamos los menos interesantes especímenes del Universo”, “Que aún no hemos alcanzado el avance requerido” o tal vez la menos creíble para muchos, “Que esa vastedad de espacio en torno nuestro sea un gran hueco vacío, por lo menos lo necesario para mantenernos fuera del alcance de un símil en esta isla láctica.
Es desesperante para muchos pensar que estamos solos en el Universo, y más aún que nuestra existencia no tenga un propósito definido, y lo entiendo, no se resignan a pensar que tal vez seamos sólo microbios que infestamos una molécula de un organismo más grande, en el caso más fantástico.
Entonces se tiende a inventar un propósito para justificar nuestra mundana e incomprendida existencia. Hay muchos posibles, pero por lo general siempre entra al quite la religión, que con su argumento de una vida mejor tras la muerte, nos incita a creer que el propósito es mantenernos puros, vencer las tentaciones y obrar con bondad para ser partícipes de la gloria eterna, en otro lugar, no aquí.
Sin embargo, ¿Cuántos de estos conceptos morales y éticos disfrazados de mandamientos son en realidad sólo líneas de comportamiento para no entrar en la anarquía y poder sobrevivir a nosotros mismos para alcanzar ese grandioso premio post-mortem? Y más profundo aún, ¿Qué seguridad se tiene que al finalizar nuestro peregrinar por sobre esta roca espacial realmente exista esa tierra prometida? Como una idea resulta hasta romántica, pero no hay nada que lo garantice tras conocer los tejes y manejes de las instituciones que la promueven. ¿Cómo creer en el lobo si Pedrito se ríe cada vez que corremos?
Es interesante ver todo lo que se ha inventado en el mundo con tal de darnos un propósito de existencia, ¿o acaso será sólo mantenernos ocupados? desde los primitivos sistemas de intercambio, las ciudades, el desarrollo tecnológico y hasta el sistema financiero, para imbuirnos en actividades que hacer mientras tengamos los pies en la Tierra.
Las labores cotidianas resultan ser meros distractores para no aburrirnos y darle un sentido humano a nuestra vida. El ir al cine, el tener una familia, el ocupar un lugar en la sociedad, el ser útiles y productivos y además crear mejoras para hacer más llevadera nuestra existencia. ¿Alguna civilización alienígena tendrá salas cinematográficas? ¿Cómo será su Clark Gable o su Rita Hayworth? ¿Tendrían un Orson Welles que los aterrorizaría con una invasión terrestre a su planeta por un programa de radio? ¿Tendrán radio?
La mayoría no ve el despropósito de la humanidad de esta forma y no puede vivir sin un sentido claro, así que cada quien le da el sentido que cree tener y, por consecuencia, vivir tranquilo al nivel que le haya tocado vivir. Lo demás, ya son meros juegos mentales más relacionados con lo que creemos que con lo que verdaderamente es la realidad.
De esa manera se asumen ideas no comprobadas, señales que nunca llegaron pero que tras cada pequeña insinuación popular se arma un revuelo gestando una mágica verdad como hongos tras las lluvias, pero que al poco tiempo desaparece y no deja un solo rastro. Con la llegada de las sondas Viking a Marte, se evaporaron los canales de Giovanni Schiaparelli y Percival Lowell, además de comprobar que los invasores de Herbert George Wells no provinieron de ahí en realidad, dejando la fantástica película de George Pall en el campo al que pertenece, al de la Ciencia Ficción; mismo lugar al que el 20 de Julio de 1969 la NASA circunscribió el relato de Cyrano de Bergerac de 1657 y la película de 1902 de George Méliès. Para estas fechas ya era sabido que no había vida en Mercurio, Venus y Júpiter, grandes hitos de la era contactista de los 50’s, lo que dejaba muy claro que tampoco descubrir civilizaciones, por lo menos en nuestra vecindad, es un propósito de nuestra existencia, y de paso dejando en la ciencia ficción esos famoso relatos producto del deseo de no estar solos. Claro que ni legos ni estudiosos han cejado en el intento de poder lograr ser los primeros en localizar un indicios, y al igual que con los propósitos, si no hay vida o no damos con ella, la inventamos. Desde entonces algunos se han dedicado a crear mitos y otros nos dedicamos a disolverlos. Mientras, tanto Dios como los alienígenas parecen alejarse cada vez más de nosotros. Razón por la cual tenemos una serie de nuevos mitos y paradigmas que insisten en colocar a los extraterrestres al alcance de nuestras naves espaciales.
A veces me pregunto si tratar de derrumbar mitos es un bien o un mal. Para uno que no requiere de esas muletas, se trata de lastres que frenan o detienen el avance intelectual, tal como lo fue la Santa Inquisición por más de 500 años y de la cual no pudimos quitarnos de encima hasta hace muy poco. Para los que les hace falta una guía puede representar un placebo muy efectivo que evite llevarlos a la locura aunque el remedio parezca más locuras que la enfermedad que los aquejaría.
Y estemos en el bando en que estemos, o sepamos o no que la vida no tiene un propósito, todos terminamos entrado en el juego. Fuera de toda contemplación filosófica del asunto, seguimos solos en esta roca solitaria que gira en torno al Sol, a la espera de no sabemos qué para cumplir algún propósito no descubierto.
Así es el ser humano. Cuando no encuentra en la vida real lo que busca, voltea al cielo y cree que allá estará, esperándolo, listo para recompensarle por el tiempo perdido en este pequeño punto de luz que, al verlo a escala galáctica, resulta totalmente invisible y silencioso.
Aún así, resulta interesante buscar… o al menos es el distractor que he escogido.
Leopoldo Zambrano Enríquez
Informe U. F. O.
Monterrey, Nuevo León. México.
2 comentarios:
Hola Troesma, muy buena la nota. Suerte. Adrian.
Muchas gracias Adrián. Como siempre, mi primer lector.
Un gran abrazo.
Leopoldo
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