sábado, 28 de junio de 2014

El OVNI de Puebla

El caso Puebla
por Hector Chavarría

(El siguiente documento se tomo de la revista Tercer Milenio la Ultima Frontera y fue publicado en 1992. Se reproduce con la autorización del autor).

Este caso fue un escándalo... 


Después de eso, un reto, un caso perfecto y finalmente un triunfo. Pero, comencemos como debe de ser, por el principio, o casi... El 7 de junio de 1991, casi en su catorce aniversario, el Caso Puebla era recordado por quien esto escribe, ante las cámaras del canal 9 de televisión en la ciudad de México.

Entonces sosteníamos en una mano un fragmento de metal chamuscado y tratábamos de hacernos oír sobre los gritos de los creyentes en el fenómeno ovni -entiéndase, creyentes en el sentido religioso- encabezados por el nuevo "profeta" Jaime Mausan, quien parece desear para sí el sitio que alguna vez ocupó Pedro Ferriz -saludos Pedro--, sin la ecuanimidad de éste y por supuesto, sin sus conocimientos.

El nuevo profeta, argumentó -confesó-- acerca del Caso Puebla. "que lo desconocía, como si con eso pudiera desvirtuarlo y de paso dar por hecho que lo que él no conoce es falso."

La verdad es que el Caso Puebla ha sido el más importante de los ocurridos en México y en el mundo por varia razones: que fue visto por miles de testigos, filmado en películas profesional de 35 mm por camarógrafos profesionales, seguido por los medios de difusión a lo largo de su primera etapa, 'corregido' y aumentado por tales medios, analizados por los ufólogos mexicanos, seguido por algunos de ellos hasta su culminación incluyendo el análisis de la muestra metálica hallada en la sierra poblana y finalmente aclarado trece años después de haberse iniciado la investigación.

Amén de lo que opinen los "profetas" no enterados, esta es la historia:

UNA FECHA PARA RECORDAR

El 29 de julio de 1977 se inició como un día normal de verano, no hubo alteraciones de clase alguna en la órbita de la Tierra alrededor del Sol, el horóscopo no lo marcó como un día fuera de lo común, de hecho era para el zodiaco -específicamente en México- totalmente normal.

Pero no lo fue. Ese día a las 06:00 horas, un visitante cósmico pasó por nuestros cielos. Venía del espacio exterior, envuelto en llamas como un buen heraldo del espacio y después de ser detectado por el radar de Zihuatanejo, pasó sobre la ciudad de México en dirección al estado de Puebla, ante la mirada sorprendida de miles de testigos.

Se trataba de un hecho real -los fenómenos carentes de esta cualidad rara vez son vistos por más de una persona-, que fue filmado en película de 35 mm por una de las cámaras apostadas en locación para filmar aquel amanecer, como parte de la película Picardía Mexicana dirigida por el señor Abel Salazar, mismo que dio la orden de filmar "aquello que apareció en el cielo". La película muestra un largo trazo ígneo en las alturas dejado por dos objetos voladores no identificados.

La noticia fue dada a conocer aquella misma mañana en el noticiero "Hoy mismo" de Guillermo Ochoa en el cual, según los reportes recibidos, habían sido vistos por lo menos tres objetos no identificados sobre la capital de México.

Sobre aquellos objetos, el cine realizador Salazar ordenó enfocar la máquina de cine al camarógrafo Javier Cruz. Junto con el realizador se encontraba el productor de la película Alfredo Ripstein, Jacqueline Andere, Vicente Fernández, y el escritor Armando Jiménez... un total de 14 personas. El resultado de la toma fueron casi 20 segundos- de nítidas imágenes. Un caso único hasta la fecha.

Un cálculo muy conservador -de acuerdo únicamente a reportes telefónicos- establecía más de 500 testigos presenciales. Un número que posiblemente habría que multiplicar por 100 o más...

Como la cola de un cometa, surgieron otros reportes de objetos avistados en distintas partes de país, de comunicaciones de pilotos con "extraterrestres" y todo el "ruido de fondo" que suele acompañar a estos casos. Pero faltaba la parte más sensacional de todo el asunto, El ovni no sólo habla sobrevolado la ciudad, sino que ¡había caído en un sitio cercano a la capital!

Y, ¿Donde estaba el OVNI?

Empezó como un simple rumor en la sierra norte de Puebla, un rumor que confirmaba el avistamiento en la capital y que agregaba la versión de la caída de "algo" en la sierra. Igualmente se hablaba de la presencia de elementos del Ejército Mexicano, vuelo de helicópteros sobre el lugar. Hasta ahí, al principio...

Luego, los medios masivos se hicieron cargo y agregaron lo que les vino en gana, en ocasiones lo más descabellado.

Aquí fue donde se inició la investigación de campo por parte de los reporteros y ufólogos de la ya desaparecida revista Contactos extraterrestres: Fernando J. Téllez, Fausto Rosales, Pablo Latapí Ortega y un servidor. Desde el principio se viajó a la sierra, primero hasta donde era posible llegar en automóvil y luego a pie -gracias a la experiencia previa en montañismo- sólo Pablo Latapí O. y quien esto escribe.

La aventura se inició en el mes de agosto de 1977.

De ella básicamente recordamos los incidentes chuscos y a veces peligrosos, de las etapas "profundas" esto es, de las expediciones de Pablo y mías a las regiones casi inaccesibles de la sierra de Puebla en las cuales se examinaron a lo largo de seis meses y 13 expediciones lugares de dos zonas que llamamos A y B así como varios sitios alternos a los cuales nos condujeron los rumores.

La zona A comprendía sitios visitados originalmente por curiosos, reporteros y buscadores de ovnis como Tateno, Libres, Texocuizpan, La Caldera, San Andrés Tepexoxuca, Huixcolotla, Xonacatlán y Zaragoza. La zona B comprendía sólo dos lugares: Filomeno Mata, Veracruz y Jopala, Puebla, el sitio donde se halló la evidencia física del ovni. Las zonas alternas abarcaron sitios de la sierra como Ahuacatlán, Camotepec, Zacatlán, Chignahuapan así como diversos lugares en el estado de Tlaxcala, incluyendo la montaña Matiacueye (Malinche) y varios puntos intermedios. La zona A era la que en principio parecía más prometedora, la B fue la que finalmente aportó resultados y la que no había sido visitada por aquellos que obviamente investigaron al inicio de todo y que dio origen a los rumores más descabellados. Las zonas alternas fueron cubiertas únicamente por "no dejar algo sin ver" y abarcaron la parte intermedia de la investigación, a la vez que se juntaban todos los retazos de información en la ciudad de México.

De todas las expediciones a la zona A, la primera "de fondo" fue la más rica en información (falsa) y en emociones... también fue de las más largas pues duró una semana, previa a ella se habían llevado a cabo dos salidas de "tanteo" en automóvil.

Latapí y yo penetramos a la sierra por Tateno y no salimos de ella hasta una semana después y cada quien solo y por distinto lugar para cubrir más terreno. En el curso de aquella expedición fuimos rodeados por los habitantes de Zaragoza, machete en mano, quienes deseaban saber -exigían sería más correcto- quiénes éramos, qué queríamos y si éramos católicos, la última interrogante fue la primera pregunta hecha con acento y mirada de habitantes de Canoa. Hasta la fecha creo que nos salvó el hecho de haber preguntado antes el nombre del cura de la aldea más próxima, haber oído ostensiblemente la misa dominical y el traer lo bastante visibles sendos escapularios guadalupanos como escudo contra el conocido fanatismo serrano. De cualquier manera tuvimos que soportar los altavoces del pueblo que advertían de nuestra llegada -como si no lo supieran- a los habitantes y, los cuales, sólo pudimos acallar después de ir a la cantina e invitar dos rondas -y aguantar otras más- de Refino, el aguardiente de la sierra que parece ser explosivo plástico líquido y que hace ver extraterrestres a la tercera o cuarta copa: se bebe solo, como si fuera tequila y es el equivalente mexica del fuego liquido griego...

Seguramente un exceso de Refino originó las declaraciones de los serranos respecto a que los extraterrestres (provenientes del ovni caído) habían jugado con ellos un partido de fútbol; que se habían comido a varias vacas y al compadre de alguien; que habían secuestrado a una antropóloga gringa que después no quiso abandonar la "nave" convencida de la ventajas del sexo extraterrestre; que los helicópteros de la Nacional de Aceros, S.A. (NASA) eran vistos todos los días -nosotros no vimos ninguno- y que sus pilotos chinos (sic) eran competentes bebedores de Refino del cual se habían llevado grandes cantidades para vender en Japón (sic) y a los que también les gustaba el fútbol.

Relatos obviamente muy divertidos y también obviamente ficticios aunque el periódico La Prensa diera por buenos algunos de ellos... pero los machetes en Zaragoza nos hicieron recordar que estábamos en la sierra, lejos de cualquier ciudad o autoridad y que, fácilmente podíamos "desaparecer" no precisamente secuestrados por un ovni, Esas cosas ocurren. Remember Canoa...

FAUNA VARIADA

A lo largo de la investigación, además de saturaciones de adrenalina como la de Zaragoza, encontramos a la fauna más variada que uno pueda imaginarse... Ruani un contactado que nos enviaba mensajes a la redacción, diciendo que el ovni de Puebla estaba oculto en el D.F., un tlaxcalteca "piloto" de avioneta y "guía" de montaña, que ignoraba qué era un horizonte artificial, se perdía usando brújula y desconocía lo que era un piolet...

Y, no sólo durante la investigación, sino después de ella, tan reciente como ahora que el ex jesuita Salvador Freixedo afirma haber estado en Puebla "donde fue rechazado por el ejército con lujo de fuerza y haber visto de lejos el ovni" el buen ex clérigo afirmó también que tiene en su poder -aunque no recuerda en dónde-- un fragmento del ovni "básicamente de titanio, que despide unos fulgores azules muy bonitos", hasta donde se sabe, metalurgistas incluidos, el titanio no despide fulgor azul, no despide fulgor alguno y punto. Para rematar, el ex sacerdote tampoco recuerda la fecha del caso Puebla. Pero nosotros sí, y en aquellos días -según escribió él mismo- se encontraba en Caracas dando conferencias. ¿Tendrán los ex jesuitas el don de la bilocación?

Se los dejamos de tarea.

LA EVIDENCIA FISICA

Así las cosas y ya a fines de 1977, la investigación parecía haber llegado a un punto ciego, agotadas todas las posibilidades en la sierra y hartos ya de escuchar sandeces de la fauna extraña atraída por el caso. Una carta habría de cambiar todo.

Llegó del estado de Veracruz, del poblado de Filomeno Mata y estaba firmada por tres personas, los profesores Wenceslao González Castelán, José Cortés Cortés y el señor Mateo Lechuga todos originarios del poblado, el cual también es conocido como Santo Domingo, lo cual dio origen a confusiones con otro de igual nombre y dividió a los expedicionarios: gran cero para mí, Pablo fue quien hizo el primer contacto con la evidencia física.

De cualquier manera fue un triunfo al equipo más terco de investigaciones. La pequeña muestra recogida en el poblado serrano de Jopala fue analizado y los resultados fueron los siguientes:

Elemento
Abrev.
Contenido %
Fierro
Fe
85.08%
Carbono
C
0.28%
Manganeso
Mn
0.84%
Silicio
Si
13.0%
Cromo
Cr
O.77%
Molibdeno
Mo
Menor a 0.01
Cobre
Cu
Menor a 0.01
Niquel
Ni
Menor a 0.01
Azufre
S
traza

el metal era básicamente hierro con leves indicios de molibdeno, cobre y niquel con un bajísimo contenido de azufre. Esto daba por resultado un metal de "alta pureza".

Visto todo lo anterior los metalurgistas -a quienes no se les informó de la procedencia de la muestra- dictaminaron que se trataba de "acero semi-duro". Pero, no coincidía con los aceros conocidos en occidente la aleación más parecida era de origen español y conocida como Acero 401-75 al cromo silicio. Un metal usado para la fabricación de resortes de alta resistencia. Los metalurgistas afirmaron que era la primera vez que veían algo así en forma de lámina. Lo llamaron "una pieza rara, para un uso raro", si hubieran conocido su procedencia sus reacciones seguramente hubieran sido distintas.

EL ACERO QUE LLEGO DEL CIELO

Pero nosotros si sabíamos de donde provenía o por lo menos suponíamos: del espacio, era algo que había llegado "de arriba" Los metalurgistas nos daban datos interesantes para sustentar esta tesis. la pieza había estado sometida a temperaturas de por lo menos mil grados centígrados. También teníamos las declaraciones del testigo, Miguel Cruz, en cuya casa había caído el pedazo de metal, ahí en Jopala.

La mañana del 29 de julio de 1977 Miguel Cruz había escuchado un ruido muy fuerte proveniente del cielo y en el asoleadero de café de su casa, a muy corta distancia de donde él se encontraba, había caído aquel fragmento de metal al rojo vivo. Cuando la pieza estuvo lo bastante fría, Cruz la envolvió en unos sacos y la llevó a la iglesia de Jopala. El sacerdote no quiso guardarla y la entregó a su vez al presidente municipal don Antonio Hernández García, quien la guardó. Ahí permaneció, quietecita y oculta mientras nosotros hacíamos bilis en otras partes de la sierra. Los otros investigadores -hay que aclarar que nosotros fuimos los únicos que entraron realmente a la sierra-, ni siquiera tuvieron noticias de Jopala, hasta que leyeron los reportajes en Contactos Extraterrestres.

La siguiente expedición a Jopala tuvo como fin conseguir un pedazo más grande de la muestra de metal a fin de realizar otros análisis. El asunto tuvo sus peligros, aparte del vuelo riesgoso sobre la sierra.

Los maestros que enviaron la carta, nos ayudaron gentilmente a Pablo y a mí para entrevistar al testigo principal, hablar con el sacerdote de Jopala y en otras cosas. Pero los contactos logrados por Pablo en su primera visita no estaban en el pueblo, y el delicado asunto de obtener la muestra tuvo que ser tratado con desconocidos y con desconfianza mutua. Por principio de cuentas nos encerraron en la presidencia municipal y nos sometieron a un estrecho interrogatorio sobre nuestros propósitos. No tenían machetes pero si escopetas cargadas y la poco tranquilizadora costumbre de acariciar los gatillos mientras hablaban.

Por labia o sinceridad, los convencimos de nuestras intenciones científicas, periodísticas y para nada de depredación y consintieron en darnos una muestra mayor "si podíamos cortarla".

Usamos un cincel y martillo llevados exprofeso sin muchas ceremonias partimos la lámina por la mitad, no se había especificado el tamaño de la muestra, y abandonamos el pueblo a la mayor brevedad.

El resto del metal seguramente sigue en Jopala hasta hoy, abandonado en el fondo de algún arcón, a menos que alguien con iniciativa haya pensado que tenía algún valor más allá de la investigación, y se lo haya llevado.

Pero aquella tarde, a principios de marzo de 1978, Pablo y yo teníamos nuestra muestra, la mitad del acero que cayó del cielo, y sin saberlo aún, estábamos poniendo punto final a la investigación de campo con la treceava expedición, ya no volveríamos a la sierra, por lo menos, no en busca de un ovni.

Teníamos la muestra, conocíamos su composición, sabíamos que posiblemente venia de "arriba", que era un ovni ¿y?

Un ovni no es una "nave extraterrestre", es simplemente un objeto volador no identificado. Algo que hay que identificar u olvidar.

Durante trece años guardé -y todavía guardo- la pieza de Jopala. En todos esos años tuve en mi poder un "cacho de ovni". Tuve que esperar todo ese tiempo para tener la solución.

La revista que patrocinó la investigación desapareció, mis compañeros de entonces tomaron diversos caminos, la gente olvidó, algunos pocos llamaron a Puebla "el caso perfecto", como muchas veces se llamó a otros casos. Algunos que jamás estuvieron en la sierra, como Freixedo, trataron de apropiarse la "gloria" del caso. Nadie pudo aportar nada nuevo, porque ninguno de ellos había investigado realmente... curioso, todos los ufólogos mexicanos clamaban -antes de Puebla- por la oportunidad de investigar un caso aquí, Cuando la ocasión se presentó, ninguno buscó en la sierra más allá de donde los automóviles podían llegar. Una cosa es decir que se quiere hacer investigación y otra hacerla. Los ufólogos de café se quedaron ahí, los periodistas encontraron la pieza, los escépticos resolvieron el caso.

DE OVNI A OVI

En 1978 y 1979, nuestras preguntas en las embajadas de E.U. y la U.R.S.S. sobre la posibilidad -una fuerte sospecha nuestra- de que el fragmento de metal fuera parte de chatarra espacial, no habían tenido resultado alguno. En los años que siguieron, en E.U. por lo menos, se logró abolir la prohibición de acceso a datos hasta entonces considerados secretos.

En 1990 bastó una carta del Comando de Defensa Espacial de E.U., proporcionando los datos sobre el avistamiento y demás secuelas del Caso Puebla, para que en octubre Héctor Escobar, mi colega de SOMIE (Sociedad Mexicana para la Investigación Escéptica) recibiera como contestación la respuesta a una interrogante de 13 años.

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El único objeto que había entrado en la atmósfera siguiendo la trayectoria indicada, a la hora precisa, aquel 29 de julio de 1977, fue la tercera etapa del cohete soviético que puso en órbita el satélite Cosmos 929 el 17 de julio de 1977 partiendo del cosmódromo de Baikonur, El fragmento de Puebla ¡es un pedazo de ferretería espacial soviética!

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La distancia de no identificado a identificado es muy corta. Pero para consuelo de los creyentes: si era un fragmento cósmico, de la serie Cosmos; sí llegó del espacio sí formaba parte de una nave espacial.

Que fuera una nave espacial terrícola es un simple detalle.

¿O no? Eso no disminuye el encanto del caso, por lo menos para los investigadores de verdad, tampoco demerita la investigación, simplemente elimina lo "extraterrestre", como creencia indispensable en la ufología. Por otra parte, un caso así es altamente recompensante: uno investiga en busca de respuestas, cuando las encuentra puede decir con toda sinceridad que ha triunfado, pero especialmente que a ha aprendido.

COLOFÓN

Los hombres aprenden, esa es una de las premisas que han llevado a la especie desde las cavernas hasta el espacio exterior. Los "profetas" nuevos o viejos, no aprenden, ellos pretenden "saber" y por lo tanto se quedan estáticos.

Lo estático jamás ha enseñado algo valioso, la base del progreso humano está en el movimiento. Quienes inventaron cosas valiosas para el desarrollo lo hicieron porque no se contentaron con quedarse quietos y con lo que se "sabía" era "verdad". La verdad en el sentido de creencia, no tiene ningún efecto en la búsqueda de respuestas.

Esa es la enseñanza básica del Caso Puebla, La única manera de ser investigador del fenómeno ovni es buscando respuestas en vez de creencias.

Mirando el fragmento de la tercera etapa del Cosmos 929 pienso que las incomodidades e incluso peligros de entonces valieron sobradamente la pena. Y pienso también, que todos aquellos viejos periodistas de aquel ya lejano 1977, estarían de acuerdo conmigo...

Fuente: http://www.cazaovnis.com/resueltos/el-caso-puebla.html
Actualmente deshabilitado. Se publica aquí sin fines de lucro sólo como un intento de conservar el documento. Agradezco a Héctor Chavarría por permitirme reproducirlo.