¡Ay Josefina,
Josefina! ¿Cuál sería tu pecado como para que no corrieras la misma suerte que
los faraones de Egipto?
No tienes radiografías
decentes ni más claras que las que te han hecho. Las radiografías no te hacen
justicia, parece que nunca pudiste moverte, que naciste como una figura de
barro al salir del horno, rígida, fría y tan erguida como un soldado británico.
No veo claro el puente
escapular, tampoco veo el esternón, pero eso sí, tienes unas clavículas
bastante sexis con ese sostén metálico donde alguna vez pudo haber glándulas
mamarias... señal de un enfoque pésimo al radiografiarte.
¿Qué pasante te lo ha
hecho? Dime, cuéntame tu historia, homónima napoleónica.
¿Acaso se hizo al
propósito para ocultar algo en tus entrañas o acaso estás hecha de materia
extraña? Tan extraña como esa cara ausente que bajo los rayos x no dejan ver tu
cadavérica mirada; sin embargo, tus huevos calcificados resaltan más que los
que debería tener Alberto, tanto que parecen tan ajenos a ti.
Tu rostro externo que
tanto ha inspirado a Magufos y Charlatanes casi hasta el llanto parece tan
sereno y moldeado; me pregunto si tras esa diatomita habrá alguna huella
digital que delate a tu creador.
¡Oh! Pobre mamotreto
óseo con cabeza mutilada de perro... ¿Quién te hará justicia, querida mía?
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Leopoldo Zambrano Enríquez
Informe U. F. O.
Monterrey, Nuevo León.
Texto publicado en Facebook el 17 de octubre. Revisado y corregido para su publicación en este espacio.
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