El caso Pachacamac es ahora un caso muerto,
pero nunca fue un caso premeditado, fue un caso fortuito que se aprovechó para bromear y que, gracias a la gran
cobertura mediática, se salió de control. Esa maldita inmediatez que evoca el
dicho revolucionario mexicano "Primero dispara y luego averiguamos” pone en la mente del espectador las ideas más disparatadas que se les pueda mostrar que después son difíciles de erradicar.
Los testigos son simples títeres siguiendo el
juego de los medios por fama y diversión, hasta que ya es demasiado tarde para
dar marcha atrás, hasta que el único personaje autorizado según los cánones ufológico, por
estar cerca del lugar de los hechos, se le antoja dar por terminada la farsa tras haberla
explotado por dos semanas.
Ahora los reporteros de la tele, achichincles
del misterio y perpetuadores de noticias chatarra que, además, se dicen
expertos en el tema desde su nueva guarida, lanzan gran cantidad de hombres de
paja para ridiculizar la explicación de la que Guillermo de Ockham estaría
orgulloso, un simple globo.
¿Autoridad?... ¿Se atreven a apelar a la
autoridad para no cerrar un caso? Ja, ja, ja. ¿Con tantos fallos y falacias de las
que han vivido por años? Nadie tiene autoridad en el tema OVNI, la única autoridad
es la evidencia, las pruebas, el sentido común y un reporte objetivo bien redactado. Hasta
ahora, que yo sepa, no hay una universidad donde se enseñe Ufología y esas "escuelas
patito"* que hay en el centro del país no valen, pues son respaldadas por el
mismo equipo que ha promovido la desinformación a nivel nacional. Además, no se
puede descalificar una investigación de MUFON sólo porque hay un conflicto de
intereses, un viejo rencor hacia la organización que viene de los tiempos en
que James Carrion puso en ridículo a ese grupo de “expertos” a nivel mundial.
¿Tendrá algún valor una descalificación salida del rencor y la velada venganza? Para los nada o poco críticos y fans del promotor herido, claro que sí, así se manejan ellos, por la pasión y el enfado para correr rumores o descalificaciones.
Un problema que ha medrado a la ufología
seria es que gente de medios venidos a ufólogos de barrió se hayan convertido en juez y parte; en la ufología esas partes son TESTIGO, INVESTIGADOR, EXPERTO y DIFUSOR;
y ese programa tercermundista de domingo de la televisión
mexicana ha acaparado el fenómeno adueñándose de todas ellas cuando sólo le corresponde la última. La mayoría de ellas sólo son platos de segunda mesa en gran parte de los caso, creen todo
lo que les cuentan o aparentan creerlo, y se duermen en sus laureles si toman acción
directa en el asunto apelando a su honesto proceder, ya que según dicen, pueden
equivocarse, pero nunca engañar a nadie. Obviamente esto es una verdad a medias, pues usan a terceros para exponer lo que quieren, si algo sale mal o reciben una crítica, fácilmente se libran aludiendo a que fue un testimonio, como esos que usan para vender productos milagro que no sirven para nada.
Intentan desacreditar a los demás cuando no
están de acuerdo con sus "imbestigaciones"* aludiendo a uno y mil
pretextos, por ejemplo, que si el detractor no se fue al lugar, que si no se es periodista, como si serlo garantizara la veracidad de la nota sensacionalista, que si no tienen más de 2 credenciales, que si no se cuenta con una trayectoria de más
de 40 años en la tele, que si nadie conoce al opositor y muchas otras, según sea el
caso, incluso se atreven a desprestigiar a representantes de la ciencia por
pequeños errores de apreciación o desconocimiento de un tema sin importancia, pero jamás ven sus enormes metidas de pata.
Sólo buscan desviar la atención para que no se les cuestione y seguir explotando el tema a sus anchas.
La ufología actual, la de escaparate, la de feria, cuando es manejada por
los medios, termina por convertirse en una gran payasada, porque lo único que
busca es rating, no resolver un caso o aprender algo nuevo ¿Quién dijo que los
casos OVNI se resuelven? ¡Son el mayor misterio del Tercer Milenio, por Dios!
Pero se atreven a llamar “ser” a cualquier cosa que se mueva, induciendo al
gran "público inteligente" a creer que vienen del espacio exterior, pues ya saben que sus seguidores automáticamente asociarán OVNI con nave extraterrestre, ¡genial!, ¿no? El
público ya está educado y preparado para ser usado. Los testigos son un mero formulismo para
expresar lo que ellos quiere que el público crea, pero esgrimen que el
testimonio es lo más importante, dejando de lado que el testigo puede ser un
mentiroso o que se quiso divertir a costa de los crédulos que la televisión ha fabricado por
años y que ahora pululan en Internet. Se reservan el derecho de excluir cosas
de esos testimonio porque ahí sí el testigo pudo haber cometido un error al mencionar, por ejemplo, que piensa que el citado “ser” podría haber sido un globo de helio.
Es realmente indignante ver esa actitud
cínica y burlona con que se mueven creando hombres de paja con toda impunidad a
través de la caja idiota, aún y cuando en los videos o fotos no se muestra lo
que están describiendo en su circo de tres pistas. ¿Acaso estarán viendo otro video
en cabina del cual no sabemos nada? El público parece estar mesmerizado al dejarse llevar
por lo que dicen y no por lo que están viendo, como si las palabras los condicionara a no ver lo que realmente está ahí, su mente fabrica lo que
le dicen y pone atención en lo que ellos quieren que pongan atención, de tal
forma que dos orejas boca abajo se convierten en la mente del espectador, o
quieren convertirlo en la mente del espectador, en 3 o 4 patitas que lo impulsan, ni ellos se ponen de acuerdo. ¡Ridículo!
El espectáculo del año pasado, la momia de un
niño nativo americano de Mesa Verde presentado como una momia alienígena, fue
una burla a la inteligencia, un asalto a la razón y un robo en despoblado por
el cual nadie ha hecho nada. ¿Y el público? El público pagó por ver un
espectáculo al que asistió, si fue de su agrado o no, si lo que vio era real
o no, importa un comino, uno no demanda al director de una mala película o al
teatro que la exhibe porque nos cuenta una historia falsa disfrazada de ciencia
ficción, por eso nadie ha pedido formalmente la devolución de su dinero o
demandado de manera legal a los promotores, además que si demandaran cabe la
posibilidad de que en el juzgado haya partidarios de este circo o se rían del
quejoso, al fin de cuentas, nadie los obligó a pagar.
Pero la gente no sabe que, le guste o no, las
entradas dan ganancias para seguir produciendo ese tipo de espectáculos, y
menos aun saben que la ufología no es entretenimiento, debería ser un tema de investigación, no una parodia de los premios Oscar. Tampoco saben que por su dinero deben
recibir un producto confiable, lastimosamente tampoco tienen la capacidad para
saber si se los dan o no, la prueba está en que a cada espectáculo que se presenta
hay gente que sigue estando dispuesta a ocupar la primera fila.
Siempre se ha dicho que "México es un
país rico", pero su gente, la que forma sus cimientos, no lo es, y resulta
insultante que se use a esa gente para perpetuar mentiras por las que sólo para
algunos esa frase es cierta, mientras los hacen vivir de fantasías inventadas
por embaucadores profesionales que luego se tornan en víctimas ante ellos
cuando alguien les señala “sus errores”. Y es ahí cuando la frase “Me puedo
equivocar, pero nunca engañar” se descubre como una de tantas trampas para manipular a los menos avezados.
¿Hasta cuándo nos daremos cuenta que lo que
hace falta en México es una mejor formación?
¡¡¿A qué hora quemaremos a los generadores de esos hombres de paja
y erradicaremos la ignorancia de nuestro país?!!
*Imbestigación: Dícese de las malas
investigaciones hechas por imbéciles.
*La palabra “patito” comenzó a usarse a mediados de los años ochenta, en el mundo de los consumidores de cómputo -principalmente los más jóvenes- para establecer la diferencia entre equipos originales, de marca, fabricados con componentes genuinos, y cualquier variedad que careciera de esos atributos: los sin marca o “marca patito”. Seguramente la extensión del término corrió pareja a la inundación en el mercado de productos de imitación. De ahí saltó a otros ámbitos hasta adquirir carta de naturalización en el habla popular urbana, en el discurso público informal, y al cabo en los medios de masas. Al margen de su genealogía, el calificativo “patito”, aplicado a las universidades irregulares, es un eufemismo que evita el pasaje de la designación a la acusación. Por ello, incluso las autoridades educativas se permiten hablar de “escuelas patito”, sin hacer evidente la paradoja de cuestionar aquello que de algún modo autorizaron.
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